
Escrito por Ignacio Lira
¿Cómo Enfrentamos el Regreso a Clases en Nuestras Comunidades Educativas? La Experiencia Catalana en Pandemia.
Al comenzar el regreso paulatino a las clases, conversamos con nuestros pares educadores en Cataluña para conocer las lecciones que han sacado de la escolarización en medio del Covid.
El comienzo de nuestro año escolar 2021 nos encuentra aún sin superar la crisis sanitaria, pero también ante el desafío de recuperar procesos esenciales: la necesidad de seguir cuidándonos y evitar las actividades masivas choca con la necesidad de retomar hábitos fundamentales en trabajos y educación.
Mientras las autoridades de salud y educación definen los pasos a seguir, podemos mirar la experiencia en el extranjero para entender las dificultades, aciertos y temores en el complejo proceso de continuar el aprendizaje en pandemia. España fue uno de los países más afectados por la primera ola del coronavirus y debió enfrentar algunos de los momentos más duros del año pasado mientras reiniciaba su año escolar tomando una serie de medidas de prevención.
¿Cuáles funcionaron, cuáles no? ¿Qué enseñanzas ha dejado la experiencia española y qué podemos usar de ella para nuestras comunidades educativas? El siguiente relato nos entrega luces del camino a seguir, a cargo de la Subdirectora General de Educación Inclusiva de Cataluña, Inmaculada Reguant.
“Estuvimos en confinamiento total durante bastante tiempo hasta que conseguimos recuperar parcialmente las clases para tener los exámenes finales de forma presencial. Desde entonces hemos estado preparando el regreso, se redactaron instrucciones para que todos los equipos directivos de cada comunidad escolar tuvieran la misma información.
Creo que lo más eficaz de este proceso fue plantear estas indicaciones conjuntamente entre el departamento de educación y el departamento de salud. Redactar este instructivo en conjunto significa aunar criterios y que todas nuestras recomendaciones vayan de la mano con los criterios de científicos y médicos del país. Sentimos que esto es básico”.
¿Cuales son para ti las medidas concretas más importantes que definen la estrategia de regreso a las sales de clases en las comunidades catalanas?
“Ha sido necesario hacer una gran inversión en el profesorado. Una de las bases de este plan de educación fue reducir las cantidades de estudiantes, por lo tanto al porcionar cursos y bajar los números han hecho falta nuevos docentes para atender lo que llamamos “grupos burbuja” y cuidar que los alumnos fuera de estos grupos se mezclen, igual que los profesores.
Tenemos profesores fijos en estos grupos burbuja y otros que circulan entre cursos con todas las protecciones establecidas, pero para minimizar los riesgos hay que llevar un registro muy exhaustivo de los lugares donde han pasado estos docentes, en caso de que tengamos un contagio.
Hablamos de tres cosas fundamentales en nuestra estrategia: manos, mascarilla y distancia. Es una constante en todos los servicios en España y eso incluye por cierto a los de la educación: lavarnos las manos con frecuencia, usar siempre mascarilla y mantener distancia social. En los centros educativos hemos añadido el factor clave de la ventilación, que ha demostrado ser una de las medidas de mayor éxito. Todas las clases que puedan hacerse al aire libre se desarrollan así, o de lo contrario en los lugares más ventilados que se pueda”.
Hemos estado creando un programa de rastreos, donde figuran todas las personas que están dentro de un centro educativo. No sólo docentes y estudiantes. Desde el personal de aseo, cocina, las consejerías y también los transportes de alumnos forman parte de un registro para poder ir trazando datos y hacer seguimiento en casos de contagio y tomar decisiones sobre confinar grupos o hacer exámenes PCR. Ante cualquier eventualidad se da aviso a los “gestores COVID” para coordinar cualquiera de estas medidas desde el inicio de las clases en España, en septiembre.
¿Qué suposiciones previas a volver a las clases pudieron confirmar y cuales descartar?
“Una de las cosas que teníamos claras desde el inicio es el derecho de todos los chicos y chicas de asistir a clases, de tener una educación. Con las cuarentenas hemos observado un retroceso en el desarrollo de los conocimientos y también de aspectos de salud mental. De esta manera se pidió a los directores y directoras de colegios que pudieran crear distintos planes de escolarización considerando clases presenciales, virtuales o mixtas, para ir tomando las mejores decisiones mientras avanzaba el desconfinamiento. También se pidieron estrategias por si debíamos volver a encerrarnos, el objetivo fue adelantarse a todas las posibilidades.
Junto a la inversión en más docentes se ha financiado conectividad y tecnología para los estudiantes que no poseían las herramientas para someterse a educación a distancia. Destinamos un nuevo presupuesto para mejorar ese acceso y también nuevos recursos para la compra de EPIS (equipos de protección individual) en los profesores: mascarillas, guantes y escudos faciales para todo el personal educativo, lo último muy importante en entornos inclusivos con pérdida de audición, para facilitar la lectura de labios.
Entre las cosas buenas que pudimos confirmar en este regreso a clases en España es que los índices de contagio entre menores efectivamente han sido bajos y las escuelas han sido lugares bastante seguros. El cuidado que se ha puesto en los centros educativos ha sido excepcional en materia de higiene y medidas sanitarias. En los brotes que han ido apareciendo seguimos observando con observación la escasa incidencia de contagios en estudiantes jóvenes, particularmente en la escuela primaria.
Sin embargo, también hemos comprobado cómo el ausentismo a las clases presenciales sigue teniendo un porcentaje importante entre los estudiantes. Los temores son naturales y muchas familias prefieren mantener a sus hijos en las casas ante la preocupación social por el virus. Esperamos ir reduciendo paulatinamente estas aprehensiones mientras avanza la inmunización colectiva”.
¿Dirías que el ausentismo es el obstáculo central de lo que han hecho en Europa con las estrategias de regreso a las clases?
La principal dificultad de nuestro proceso en Cataluña y España era el temor. Una cosa es tener estudios que te den garantías, pero por mucho que tengas esa confirmación en teoría, hasta que no has probado un regreso a la escuela en la práctica, ese miedo va a existir. Organizar los centros educativos fue otro obstáculo importante. Usamos estrategias como diferenciar horarios de entrada y salida para evitar aglomeraciones y coincidencias de demasiados alumnos en un mismo espacio. Eso involucra crear señaléticas y hasta coordinar transportes, lo que sumó complejidad.
También fue desafiante coordinar la escolarización de nuestros alumnos con enfermedades que los hacen particularmente vulnerables al COVID, o conviven con familiares en riesgo. Nos vimos impedidos de enviar maestros a estas casas y debió organizarse una solución virtual a distancia, pero que ha sido difícil de implementar.
Finalmente, tomando en cuenta estas experiencias en España y que en Chile recién estamos comenzando a iniciar el año escolar, ¿cómo proyectas un proceso como el nuestro?
Depende mucho de la organización y la seriedad con que se establezcan las medidas sanitarias. El clima de estos meses y la posibilidad de ventilar las aulas también son elementos centrales. Si bien hay que mantener cosas como grupos estables y reducidos, alternar confinamientos de pocas personas, pienso que en Chile pueden esperar un reinicio de clases presenciales que tomará su tiempo pero será efectivo, porque están empezando en una mejor etapa que nosotros, con mejor conocimiento de este virus y el funcionamiento de la pandemia, y por supuesto con el factor clave de la vacunación. Debemos esperar lo mejor sin bajar la guardia, cumpliendo las reglas a cabalidad.